La pasividad de don Eugenio desapareció un día que fueron a verle el Majo de Maravillas y un miliciano nacional a quien llamaban el miliciano Fachada, que había querido matar al infante don Carlos de una cuchillada en Aranjuez.
El Majo y Fachada eran carbonarios, y se habían convencido, desde la asonada del 19 de febrero, de que Regato era un agente absolutista. Todos los carbonarios tenían ya esta evidencia y habían dispuesto vengarse.