El 8 de marzo, a las seis de la mañana, el marqués vestido de gala, con sus insignias, escribía, dictándole su hijo mayor, el borrador de un tercer despacho político; estaba ocupado en copiarlo con su hermosa letra bien cuidada, en un papel que llevaba en filigrana la efigie del soberano. En el mismo instante Fabricio entraba en la habitación de la condesa Pietranera.