15 de enero 186…
–Buenos días, caballero –me dijo Juanita al abrirme la puerta, mientras Teresa gruñía en la sombra del pasillo.
–Juanita, le ruego que me llame solemnemente por mi nuevo título, y me diga: «Buenos días tutor».
–¿Ya está decidido? ¡Qué alegría! –exclamó la niña dando palmadas.
–Todo quedó arreglado ante el juez, y desde hoy vivirá usted sometida a mi autoridad. ¿Sonríe? Lo leo en sus ojos; alguna idea loca pasa por su imaginación.
–¡Oh! No, señor… tutor. Contemplaba sus cabellos blancos. Se enroscan bajo el ala del sombrero como una madreselva en un balcón. Son muy bonitos y me gustan mucho.