8 de noviembre
Carlota ha reprobado mis excesos… ¡Pero con qué tierno interés! ¡Mis excesos! Porque después de tomar un vaso de vino, sigo algunas veces bebiendo hasta terminar con una botella…
–No vuelvas a hacerlo –me dijo–; piensa en Carlota.
–¡Pensar! –exclamé–. ¿Qué necesidad tienes de recordármelo, pues piense o no, siempre estás presente en mi alma? Hoy me senté en el mismo lugar donde en otro momento bajaste del coche…
Cambió el tema para impedirme hablar del asunto. Amigo mío, aquí me tienes en un estado en que esta mujer hace de mí lo que quiere.