–¡Esta es la taberna del Cuerno de Ciervo, me parece! dijo Artagnan.
–Os confieso, amigo mio, que la he escogido por eso mismo. Me gustan los conocimientos antiguos, y sentarme en aquella silla donde me dejé caer abatido de cansancio y abismado de desesperacion cuando volvísteis en aquella noche del 31 de enero.
–¿Despues de haber descubierto la vivienda del verdugo enmascarado? ¡Sí, aquel fué un dia terrible!