Sin embargo, pocos momentos antes de subir al carruaje, Alberto entregó al mozo de la fonda –tanto temía que su convidado faltase a la cita– una tarjeta para el conde de Montecristo, en la cual, bajo estas palabras: «Vizconde Alberto de Morcef», había escrito con lápiz: «21 de mayo, a las diez y media de la mañana, número 27, calle de Helder.»