23 de Octubre. – Molido y hambriento llego a Teruel. Uno de mis compañeros de suplicio, que con sus donosas ocurrencias amenizó el molesto viaje en la galera, me decía, cuando avistamos la ciudad, que se comería las momias de los amantes si se las sirvieran puestas en adobo con un buen moje picante y alioli…