Al cabo columbráron una lucecilla, que era la tierra, y que pareció muy mezquina cosa á gentes que venian de Júpiter. No obstante, rezelando arrepentirse otra vez, se determináron á desembarcar en ella. Pasáron á la cola del cometa, y hallando una aurora boreal á mano, se metiéron dentro, y aportáron en tierra á la orilla septentrional del mar Báltico, á cinco de Julio de mil setecientos treinta y siete.