Doña Paula abordó al instante la magna cuestión.
–Estamos a veintiocho de abril… De aquí al primero de septiembre no hay más que cuatro meses–dijo, echándoles una larga mirada entre risueña y enternecida.
Si fuese posible que Cecilia se pusiese más colorada, se hubiera puesto. El rostro de Gonzalo se contrajo con una sonrisa sin expresión, y bajó los ojos.