Una hora ha durado la alborada.
Hubo un momento en que me pareció que el sol iba a salir.
La cerrazón de niebla que entolda el horizonte amenazaba romperse…
Todo ha desaparecido.
He contemplado, pues, sin intervalo alguno el crepúsculo de la mañana y el de la tarde. ¡Espectáculo grandioso! Mi corazón rebosa de entusiasmo y de alegría.
Hoy debe ser el 4 de Febrero.