18 de Abril. – Muerto de sueño, no pude terminar anoche la sustanciosa conversación que tuvimos Eufrasia y yo en casa de Rafaela Milagro. Sigo en el punto en que la dejé, o sea, en lo de que yo me alimentaba con dátiles podridos a mi paso por el desierto. Nada quise responder sobre aquella supuesta putrefacción del fruto de las palmeras, y abordé valeroso el tema que mi amiga me proponía para seguir peleándonos.