–Y finalmente ¿confesáis y reconocéis que, con la ayuda del demonio y con la del fantasma, conocido vulgarmente por el fantasma encapuchado, en la noche del veintinueve de marzo pasado habéis apuñalado y asesinado a un capitán llamado Febo de Châteaupers?
Entonces la Esmeralda levantó sus grandes ojos y se quedó mirando fijamente al magistrado; después respondió como maquinalmente, sin convulsiones ni estremecimientos.
–Sí.
Era evidente que todo se había desquiciado en aquella mujer.