18 de Febrero. – ¡Ay, ay, ay!… Esto no es quejido lastimero, sino el lenguaje del asombro y confusión que desde anoche llevo en mi alma, sin que haya podido atenuarlos con el sueño matutino ni con el paseo de la tarde. ¿Estoy demente, o qué me pasa? De veras digo que si llevaran rótulo los capítulos o tratados de estas Confesiones, el presente debía ser encabezado así: De la singular y nunca imaginada aventura que le salió al caballero Fajardo en el baile de Villahermosa con el inaudito encuentro de una misteriosa máscara.