Si no se recuerda mal, entre la noche del veintidós a la mañana del veintitrés de marzo nació Akakiy Akakievich. Su difunta madre, buena mujer y esposa también de otro funcionario, dispuso todo lo necesario, como era de esperarse, para que el niño fuera bautizado. (…)
A la parturienta le dieron a escoger entre tres nombres: Mokkia, Sossia y el del mártir Josdasat. "No –dijo para sí la enferma–. ¡Vaya, qué nombres! ¡No!"