Conociendo mi amo cuánto provecho podía sacar de mí, se resolvió a llevarme a las poblaciones de más consideración del reino. Y después de proveerse de todo lo preciso para una larga excursión y dejar resueltos los asuntos de su casa, se despidió de su mujer, y el 17 de agosto de 1703, a los dos meses aproximadamente de mi llegada, salimos para la metrópoli, situada hacia el centro del imperio y a unas tres mil millas de distancia de nuestra casa. Mi amo montó a su hija Glumdalclitch detrás de él y ella me llevaba en su regazo dentro de una caja atada a la cintura.