Sus padres anunciaron su llegada para el 20 de mayo. Estaban a 7. Jeanne los esperó con creciente impaciencia, como si, además del cariño filial, su corazón sintiese una necesidad reciente de tratarse con corazones honrados; de conversar, abriendo el alma de par en par, con personas puras, sanas de toda infamia, cuya vida, hechos, pensamientos y deseos hubieran sido siempre totalmente rectos.