Hacía quince años que madre e hija ocupaban aquel sitio entregadas a un constante trabajo desde abril a noviembre. Las dos mujeres podían trasladarse a la chimenea el 1.º de noviembre, día en que Grandet consentía que se hiciese fuego en la sala, haciéndolo apagar el 31 de marzo, sin tener en cuenta los primeros fríos de la primavera ni los del otoño.