Los niños, con los trajes hechos por Juanita, salieron tan bien vestidos el primero de Noviembre, día de todos los Santos, que daba gloria verlos, y la gente los admiraba y los seguía en la calle. La vanidad maternal de doña Inés quedó muy satisfecha. Ni la propia Cornelia se ufanó más cuando enseñaba á sus Gracos. Pero doña Inés fué más allá de Cornelia: no se contentó con lucir á sus hijos, sino que se propuso competir con ellos y aun superarlos en indumentaria, y decidió que Juanita también la vistiese.