29 de Abril. – Tanto tengo que referir esta noche que no sé por dónde empezar. Con las fatigas de estos días y la tardanza en recogerme (que casi con las primeras luces de la mañana entro en mi casa), me han faltado tiempo y gusto para escribir. Procuraré ganar lo perdido, y presentaros con el posible método y precisión los acontecimientos de este capítulo de mi historia. Lo primero que debo decir es que Sotero Trujillo, marido de Antonia, se personó un día en mi casa, proponiéndome un negocio, en el cual me daría participación si yo le anticipaba la cantidad necesaria para plantearlo. ¡Vaya una minita que era el tal negocio! Con él se ganaría el dinero a espuertas…