La partida quedó fijada para el 14 de octubre; todos los marineros se ofrecieron para la expedición, así que para no ofender a ninguno hicieron un sorteo; resultaron elegidos por la suerte: el segundo, Tom Austin, Wilson, un mozo fornido, y Mulrady, que era capaz de enfrentarse en una pelea con el mismo Tom Sayers, famoso boxeador de Londres.