La Sole quiso convencerle de que debía dejar los asuntos tenebrosos en que estaba metido, y Aviraneta escuchó estas palabras riéndose.
–No tengas miedo; ya dentro de unos días nos volveremos a España –dijo.
–¿Y por qué no en seguida?
–Hay que esperar hasta el veintiuno de septiembre.
–¿Para qué?
–Porque ese día van a ejecutar a cuatro sargentos, y nosotros los vamos a salvar.
–¿Quiénes sois vosotros?
–Nosotros, los revolucionarios.