Al día siguiente, cuando se hizo la liquidación de gastos e ingresos, Macbeth tuvo una sorpresa agradable: no esperaba que se hubiera reunido tanto. Como tenía deseos de estar en París el 14 de julio y había dinero, el inglés desarmó el coche, lo embarcó en el tren, metió a Bird, el pobre caballo blanco, en un vagón, tomó tres asientos de tercera para él, su mujer y Silvestre, y el día 12 por la tarde estaban todos en París.