Era el día 7 de Agosto; el día de la boda.
El sol apareció después de brevísima noche.
Alberto y Serafín lo vieron salir con inmensa emoción desde una banda de la urca Matilde.
–¿Cuánto queda? ¿Cuándo llegamos? –preguntaban a cada instante los dos jóvenes a todos los marineros.
–Dentro de diez horas… Dentro de ocho… Dentro de seis… Dentro de cuatro… Dentro de dos… –iban respondiendo éstos, según que el sol adelantaba en su carrera casi horizontal.